¡Tú, que estás enfermo, reducido a un lecho de dolor, no te desanimes!
La enfermedad no es un mal, porque ella nos libera de las groseras vibraciones que producen los malos pensamientos, palabras y acciones.
Sufre pacientemente tu enfermedad, que ella te está purificando el organismo psíquico, tu espíritu, que no puede expulsar las impurezas de otra manera sino a través de las dolencias físicas.
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