¡No te canses nunca de hacer el bien!
Todas las veces que nos detenemos, el alma empieza a sentir la rigidez de los muertos.
El espíritu que no trabaja se muere de tedio y de cansancio.
No consientas que la pereza debilite tu espíritu.
Vive con alegría y entusiasmo y consagra todas tus energías en la siembra del bien, el amor y la ternura en los corazones que los buscan.
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